16 de junio de 2010

EL PROBLEMA MECÁNICO

- Pero ¿para qué traes tanta cosa al colegio? A ver, te ayudo que ya es tardísimo…
- Ya te dije mamá, son las cosas del equipo, las necesitamos,… no, no, yo puedo, mejor súbanse y vámonos ya que es tarde.

Llegamos al colegio, por supuesto ¡no hay un sitio cerca de la entrada! La verdad sea dicha nunca hay un sitio cerca de la entrada, bien sé que en ningún colegio del mundo hay sitio en el horario de entrada o salida pero como hoy mi hija trae más cargamento que cuándo nos mudamos a Brasil me empeño en encontrar un huequito inexistente para dejarla lo más cerca posible.

- Mamá ¿qué haces?
-Es tan solo un segundo, además ni estorbo...
-¿No estorbas? ¡Pero si estás en tercera fila! nos bajamos aquí…
-Esperen, si me adelanto otro poquito dejo pasar a ese señor que seguro despertó de mal humor.
-Dale, mamá que es tarde!
-Si pues, a ver otro poquito… ya está, así salen, si, así, de ladito… a ver te acerco esta bolsa, y tu ayúdale con esta mochila, apúrate que es tarde
-Si ya, ya voy…
-Cierra la puer ¡PUAFF - CLUNK!!

En lugar del esperado ¡PLUASS!! del cerrón de la puerta escuchamos ese extraño ¡PUAFF - CLUNK!! al tiempo que la puerta rebotó y se quedó abierta. Un nuevo intento (otra vez con la rodilla pues las manos estaban cargadas de bultos) y un nuevo ¡PUAFF!!

-No lo sé mamá, se me atoró la hebilla de la mochila y ¡ahora la puerta no cierra!
-¿Cómo que no cierra!?!? anda vete a clases que ya es tardísimo, ¡adiós!
-¡Hoy salimos a las 3:30! – me recuerda una y se marchan corriendo con un “te quiero” que alcanzo a escuchar y que, como siempre, me alegra el corazón.

Me aproximo a la puerta trasera imaginando que tendría que amarrarla con alguna cuerda para poder irme de allí, pero para mi sorpresa consigo cerrarla con un duro portazo. No me atreví a abrirla de nuevo hasta que regresé por mis hijas al colegio.

-¡La has arreglado!
- Si, bueno, solo la cerré, no tenía nada… (¡espero!)

Pero al llegar a casa…
-Mamá ¿me abres?
-Te abro ¿qué?
-Como ¿qué? pues la puerta, no puedo salir.
-¡Caramba! A ver, veamos si puedo abrir o si no vas a tener que bajarte del otro lado.

Consigo abrir la puerta sin ningún esfuerzo. Luego doy un leve portazo y la puerta cierra otra vez. Experimento un poco abriendo y cerrando para darme cuenta de que de alguna extraña forma el mecanismo de apertura solo funciona desde fuera. ¡Ah no! No puedo dejar esta puerta así, no puedo estar bajándome del auto cada vez que una de las chicas tenga que salir… decidida me marcho al taller…

En el taller me atiende un hombre muy amable, pero por su mirada veo que no entiende el grave problema que le expongo.

- Usted es extranjera, ¿no?

Si, pero estoy hablando castellano igual que él, el problema está clarísimo, la puerta solo abre por fuera, cierra perfectamente, pero se ha descompuesto el mecanismo, solo abre por fuera ¿qué será lo que no entiende este buen hombre?

-A ver señora, vayamos al auto...
-Mire aquí está, esta es la puerta, si la abro, abre, pero si usted se mete dentro del auto verá que no la puede abrir. ¿Cree usted que podrán arreglarla para hoy? ¿Será algo muy caro? No creo ¿verdad?

Efectivamente, se sienta y tras cerrar la puerta no la puede abrir, me hace una señal para que le abra.

-Ve, ahora me entiende, la puerta no abre por dentro. Será algo sencillo como cambiar una pieza, ¿no?

Con mucha paciencia y hablando muy despacio como si yo fuera un marciano me dice:

-Mire señora, en este país, los autos tienen dispositivos de seguridad

Como debo haber puesto una cara de confusión el hombre procede a gesticular aún mas y a hablarme mas fuerte, esta vez como si yo fuera sorda:

-los dispositivos de seguridad, en nuestro país, incluyen dispositivos para proteger a la familia… por ejemplo, aquí en nuestra ciudad las madres activan un dispositivo cuándo hay niños que viajan en la parte posterior del auto, y para protegerlos de que se puedan caer al abrir por accidente la puerta… activan esta palanquita aquí …

El hombre siguió hablando en un tono sobreprotector como si mi vehículo anterior hubiera sido una carreta tirada por caballos... pero yo ya no le escuchaba, tan solo quería regresar a casa y contarle a mi familia que el problema estaba resuelto, decirles que en ese momento recordé, comprendí, vi que mi terrible problema mecánico era esa palanquita que la hebilla de la mochila debe haber jalado ¡la palanquita del “seguro de niños”! la misma que durante años activé y desactivé según quien se subiera al auto.

-… y para desactivarla, mire usted, no es difícil, con el dedo empujamos la palanquita para allá…y listo un adulto puede abrir la puerta desde adentro… si de nuevo la empujamos para aca…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Patricia, hoy me has hecho reír!!! Bueno creo que nos pasa a todas... por suerte no fue el freno de mano como me sucedió a mi, que baje de la camioneta, me puse en frente para “apurar” a los chicos con mis típicas señas, cuando siento un golpe en mis rodillas… era la camioneta sin conductor que se me venía encima. Por suerte uno de mis hijos puso freno de mano y me salvó de un "auto-atropello".

Unknown dijo...

Anonimo:
Que suerte que tu hijo estaba alli, que reaccionó a tiempo,te salvó!
Ahora eres tú quien me ha hecho reir a mi con tu anécdota del casi "auto-atropello", gracias!