12 de marzo de 2010

ME HA DICHO QUE “¡NO!”



Lola le comentaba a su amiga, un tanto alarmada, un tanto frustrada y otro tanto resignada… que su hijo de 4 años le dice que ¡NO!, y que recuerda que hasta los 11 u 12 años ella y su hermana siempre hacían lo que su madre les indicaba.
– ¿Cómo así? –Le pregunta la amiga.
–Pues ayer –comenzó Lola su relato– al vestir a mi hijo para ir al colegio, le pedí que se pusiera los zapatos y me ha dicho que ¡NO!, ¡que esos zapatos él no se los pone!
– ¿Por qué? ¿Le aprietan? ¿Están rotos?
– Están perfectos –y tomando una bolsa que traía consigo, Lola los saca para mostrarlos– aquí, ¡míralos! prácticamente nuevos, los que están rotos son los zapatos del colegio, se rompieron hace un par de días y, como yo tenía estos del mismo color, pues se los llevó puestos ayer…
–pero hoy no ha querido ponérselos...
–no, no ha querido, ¿sabes por qué?
(Su amiga no lo sabe, ni yo lo sé, no tengo la más remota idea pero, en actitud solidaria, hacemos nuestra mejor cara de estar intentando decidir entre una serie de posibilidades, aunque en realidad no podemos imaginar por qué un pequeñín de 4 anos un día usa unos zapatos en perfecto estado y al día siguiente se rehúsa).
–Pues –continúa Lola– porque otro niñito de su clase le ha dicho que parecen de NIÑA ¿puedes creerlo? ¿Qué un niño de esa edad se fije en los mínimos detalles? Si fuera niña… ¡pero es niño!
– ¡Caramba! –le dice su amiga, honestamente sorprendida– ¡en lo que se fijan!
–Sí, ¡en que tiempos nos ha tocado ser padres!
–Ya, vamos, pero ¿Qué hiciste?
–Pues se fue con los zapatos de deporte, los blancos, y con una nota para la profesora
– ¡CARAMBA! ¿Cómo pudiste!?!?



– ¿Qué? –se defiende Lola– ¡Yo quería que mi hijito fuera contento al colegio!
– Vamos a ver, TODOS queremos que nuestros hijos vayan contentos al cole, pero estos zapatos –toma la amiga el par que recién había regresado a la bolsa– aquí y en China, ¡son de niño! y es tonto decir que no lo son, y tu, querida amiga, pues en lugar de enseñarle a tu hijo a ser fuerte e ignorar comentarios tontos y a confiar en que sus padres le dan lo que es bueno para él, le has enseñado dos lecciónes al revés: que lo más importante es que esté contento, que se sienta bien todo el tiempo, ¡algo que tu y yo sabemos es imposible por más que quisiéramos! y sin darte cuenta, le has enseñado que debe hacer caso a lo que los demás le digan antes de obedecer a su madre, es decir, –agrega con voz como si alguien se hubiera muerto, mientras coloca los zapatos despacio de nuevo dentro de la bolsa– un compañero, que ni conoces, de 4 años, ¡ha tenido más autoridad que tú! Amiga, tú sola te has quitado la autoridad, ¡no me extraña que escuches muchos “NO” de aquí en adelante!

1 comentario:

Roncuaz dijo...

A ver. Como tú tampoco encuentro UNA solución. Es difícil pero yo no le pondría tanta solemnidad al asunto. Creo que el detalle es eso, un detalle. Hay que ver lo que el niño está enfrentando y ponerse de su lado. No se trata de los zapatos si no de lo que está viviendo. Darle seguridad aunque vaya con zapatos blancos. Probablemente en esa edad cambian de atención muy rápido. La otra ruta es simplemente ponerle los zapatos y obviar sus quejas para que se arregle él solo en el colegio. Hagamos lo que hagamos creo que lo más importante es no perder nosotros el horizonte de lo bueno ¿Vale la pena pelearme con mi hijo por este asunto? Si vale la pena pues adelante ¿Se puede pasar por alto? Pues lo pasamos por alto pero sin perder de vista el objetivo que es su bien. La autoridad es justamente la búsqueda de su bien. Me parece que la amiga en cuestión define un principio pero no acompaña en el asunto concreto. En fin, es sólo una opinión. Saludos y oraciones.